impostora

Habitar lo inhabitado

Jul 1, 2025

Esta semana me encontré mis primeras cuatro canas. Nada raro para alguien que va a cumplir cuarenta el próximo año, supongo. También he notado cambios en mi ciclo menstrual, nada alarmante, solo distinto. Pero aunque no me preocupa —porque nunca quise reproducirme y perder la edad fértil no me pesa— algo se movió. No miedo, no tristeza, pero sí una pregunta: ¿qué significa envejecer? ¿Cómo empieza a vivirse el paso del tiempo cuando lo sientes y ves en el cuerpo?

Durante años —meses, horas— mi percepción corporal ha sido un tema cotidiano en terapia. No es nuevo para quien me lee o me conoce: me sé y me siento fea. No digo esto con dramatismo, sino como un dato. Como una forma de haber habitado la materia. Y entonces me pregunto: ¿qué va a pasar cuando, además, empiece a verme vieja? Cuando mi piel se arrugue, cuando los músculos cedan, cuando el cuerpo empiece a contar otros relatos. ¿Cómo me voy a habitar si ya me siento ajena a mí misma?

Uno de mis propósitos para la cuarta década no es adelgazar, ni embellecer, ni reconciliarme en tono positivo, sino prever. Prever desde la salud, no desde el espejo. Empecé a hacer pesas para no perder fuerza, quiero fortalecer lo que queda, no para que la ropa me caiga mejor, sino para poder agacharme sin dolor, para que mi espalda me acompañe más tiempo, para poder amarrarme las agujetas sin que sea un esfuerzo. Pero también —y quizás sobre todo— para empezar a tejer otra relación con mi cuerpo, más horizontal, menos punitiva. Una relación donde él no sea el enemigo ni el proyecto inconcluso. Un vínculo donde pueda decir: estoy aquí, aunque me cueste.

Es difícil. Llevo 39 años pidiéndole perdón por ser como es. Justificándome cada vez que subo de peso. Evitando fotos, espejos, aparadores. Esperando que, si alguien me ve, diga que me veo bien, que me veo guapa, antes que decir que me veo inteligente. No sé cuándo empecé a pensar que el cuerpo tenía que agradar, que validarse por fuera era parte de su trabajo. Pero así lo aprendí. Y ahora, que las señales del tiempo se asoman sin prisa pero sin pausa, me pregunto: ¿cómo se desarma esa forma de habitar el cuerpo? ¿Cómo se vuelve a empezar cuando una ha vivido tantos años en distancia de sí?

Verme las canas me movió lo suficiente para traer de vuelta el recordatorio de aprender a habitar lo inhabitado. Y no tengo idea de cómo se hace eso. Pero quiero intentarlo.

Pienso en lo que escribe Iris Marion Young: que muchas mujeres habitamos nuestros cuerpos desde la inhibición, desde la contención, desde la vigilancia. Que aprendemos a contraernos antes que a extendernos. Que incluso al lanzar una pelota, el gesto no se completa. El cuerpo no se proyecta, se recoge. No por incapacidad, sino por costumbre. Por diseño cultural.

Y entonces me pregunto: si aprendí a vivir encogida, ¿cómo sería habitarme ahora desde la expansión? ¿Qué sería expandirme no como metáfora luminosa, sino como gesto concreto? ¿Moverme sin la expectativa de ser mirada, hablar sin corregirme en el acto, sostenerme sin pedir permiso?

***

expandir.

(Del lat. expandĕre).

1. tr. Extender, dilatar, ensanchar, difundir. U. t. c. prnl.

Otros textos

Constelaciones del sonido

Crecí con un hermano rockero de los ochenta. Detrás de su puerta sonaban The Cure y Metallica, y en los estantes se apilaban vinilos de Pink Floyd con portadas que parecían planetas. Antes de entender los acordes, entendí la atmósfera: esa sensación de que el sonido...

leer más

La resaca de Annie Hall

Tengo en loop la canción de Drexler con Conociendo Rusia y no sé si me gusta o me inquieta: “Te volviste a llevar mis llaves, amor, y aquí estoy de vuelta, encerrado en casa.” Y sí, es una frase linda, cotidiana, pero también problemática. La escucho y pienso que lo...

leer más

Momento suficientemente bueno

Ayer mi novio me lanzó una pregunta rara y luminosa: si tuviera una máquina del tiempo, ¿desde cuándo habría podido buscarme para estar conmigo? Me reí, pero me dejó pensando. No en la versión edulcorada de “estábamos destinados”, sino en algo más concreto y menos...

leer más