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Pequeña guía para quienes creen que el cuidado es opcional

Mar 5, 2025

Hablemos de cuidados. No del tipo de cuidados que suenan bonitos en discursos sobre la empatía, sino de los que sostienen la vida todos los días. De los que se dan por sentados.

Porque si algo hemos aprendido es que hay quienes crecen sabiendo que en algún momento tendrán que cuidar de alguien más y quienes llegan a la adultez sin haberlo considerado siquiera.

Si no sabes en cuál grupo estás, te doy una pista: si nunca te has preguntado quién ha sostenido tu vida, probablemente eres de los segundos.

Pero no pasa nada, para eso está esta guía.

Primera lección: Pregúntate quién ha estado ahí

No me refiero solo a tu infancia. Me refiero a ahora.

¿Quién se ha preocupado porque haya comida en el refrigerador? ¿Quién ha recordado pagos, fechas, trámites, cosas que simplemente suceden sin que tú te preocupes? ¿Quién te ha acompañado en los momentos difíciles, no solo con palabras, sino con tiempo, con dinero, con presencia?

Si no tienes una respuesta clara, no es porque esas cosas se resolvieran solas. Es porque alguien más se encargó de ellas.

Y la pregunta aquí no es solo quién, sino por qué.

Segunda lección: El cuidado no solo ocurre en situaciones límite

A veces parece que los únicos cuidados que cuentan son los que involucran biberones y pañales. O las emergencias: la enfermedad, la infancia, la vejez. Como si solo se necesitara atención cuando alguien está indefenso.

Pero cuidar también es sostener la vida de los otros en lo cotidiano. Es la amiga que responde mensajes a las 2 am cuando la ansiedad ataca, es la hermana que revisa que su mamá haya comido, es la pareja que detecta cuando algo anda mal antes de que se derrumbe.

No es solo cargar a alguien cuando no puede caminar. Es estar ahí antes de que tropiece. Es anticipar, sostener, evitar que la caída ocurra en primer lugar.

Porque lo que casi nunca se dice es que, si nadie evita la caída, quien termina recogiendo las piezas suele ser la misma de siempre.

Tercera lección: Las mujeres no siempre tenemos opción

No es que seamos más empáticas o generosas o que tengamos más tiempo. Es que muchas veces simplemente no tenemos alternativa.

Cuando un padre o una madre envejecen, nosotras debemos estar ahí. Cuando alguien enferma, nosotras ajustamos nuestros gastos para cubrir los suyos (sin prórroga, incluso si nuestro salario es bajo). Cuando la familia necesita apoyo, nosotras somos las primeras en reorganizar nuestra vida.

Y no porque lo tengamos más fácil. De hecho, normalmente tenemos menos tiempo, menos dinero, menos estabilidad. Pero alguien tiene que hacerlo.

La pregunta es: ¿por qué siempre nos toca a nosotras?

Cuarta lección: No, mandar un mensaje no es suficiente

Hay una diferencia entre involucrarse y tener buenas intenciones. No basta con preguntar cada tanto «cómo está todo por allá». No basta con decir «cuando pueda, ayudo». No basta con suponer que en algún punto de tu vida estarás en la posición de hacer algo mientras alguien más sigue haciéndolo ahora.

El cuidado no es un plan a futuro. Es estar cuando se necesita, no cuando se acomoda en la agenda.

Última lección: Este 8M, nosotras salimos. Y ustedes, ¿qué van a hacer?

Este 8M saldremos a las calles por muchas razones. Por nuestros derechos laborales, por nuestra seguridad, por nuestro derecho a existir sin miedo. Pero también por todas las mujeres que han sostenido el mundo sin recibir nada a cambio.

Por las que han cuidado tanto a otros que ya no saben cómo cuidarse a sí mismas. Por las que siguen sosteniendo todo mientras otros «ven cuándo pueden ayudar». Por las que pasaron la vida cuidando y ahora envejecen solas.

No queremos más supermujeres y supermadres. Queremos madres que puedan envejecer en paz. Queremos familias que asuman su parte. Queremos sociedades que no deleguen siempre en las mismas manos.

Así que dime ¿y tú? ¿cuándo vas a empezar a involucrarte activamente con quien te ha sostenido toda tu vida?

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